Hace muchos años yo tenía una tienda de regalos y vendía muchos peluches, fue así como conocí a mi tocaya. Sharon se llama y me compró varios muñecos y otras cositas.

Desde el inicio nos entendimos bien, una de las poquísimas personas con las que podía hablar por horas y reirnos mucho. Yo tenía una de las primeras muñecas que hice, las grandes de 45cm y no pude pensar en otro destino mejor que obsequiarsela.

Sharon me mandó fotos suyas y como ya la conocía y su estilo de vestir, fue más sencillo pensar en cómo iría vestida la muñequita.

Me armé de valor y le hice una blusa de manga corta, una bufanda, una preciosa casaca con forro interior que parecía que en otro tiempo fuera una casaca tamaño normal, que había sido reducida por obra de magia. Decoré un jean stretch para que asemejara los cierres, costuras y botones de uno real y unos botines que son siempre mi mayor orgullo, me fascinan los zapatos en miniatura, me parece que es donde se evidencia mucho mejor que es un trabajo muy preciso y delicado.

Luego de muchos intentos logré ubicar a mi tocayita y le llevé su regalo en tremenda caja con su nombre escrito. Fue la primera muñeca a la que le corté el pelito para que se asemejara más a ella.

También fue la primera a la que le hice ropa interior porque me parecía que le daba frio e incomodidad la ropa sobre el cuerpo desnudo.

Me muero por volver a hacer muñecas de ese tamaño y tan articuladas como es posible, para que se sostengan el cabello, crucen los brazos y sean pequeñas personitas.