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A trabajar con tijeras de juguete


Y poco ortodoxas nuevas ideas!

Como me dice mi doctora, yo me he refugiado completamente en mi esposo y él en mi, claro que ella no lo ve como algo bueno o positivo pero nosotros creemos que es algo maravilloso.

Siendo así, todo el tiempo estamos juntos y trabajamos en la misma oficina, yo con mis dos escritorios y él en uno solo con su super computadora desde la que controla el mundo; en algún momento alguien se levanta y sale o solo estira las piernas y ve de pasada lo que el otro está haciendo, yo lo veo a él entendiendo códigos interminables, sumergido en los servidores como un tiburón y en la otra mitad de la pantalla, atendiendo videos de temas aburridos que según él, son de vital importancia como el problema del carbón de Nigeria, el cómo haríamos caber infinitas personas en un hotel infinito, entre otros muy variados pero de igual índole. Algunas veces lo captura una serie y devora capítulo tras capítulo de forma obsesiva, algunas veces los argumentos son buenos y luego soy yo la que busca esa misma serie, otras veces no logro distinguir mucho de que va la historia entre diálogos llenos de groserías que hacen que las conversaciones sean casi completamente ininteligibles (¿Qué querías, que en la cárcel hablen como niñitas?). Otras tantas recurre a los monólogos de gente que se cree graciosa, muchos lo son pero otros, francamente pareciera que no los cambia porque cree que sería una descortesía, como si ellos estuvieran en vivo viéndolo. Si no ha caído a alguno de esos hoyos de la predictibilidad, de seguro está eligiendo música que solo elegiría un viejoven de verdad.

Y cuando el es quien atisba mi trabajo, me imagino que lo que el ve, dista mucho de la realidad y de ahí sus reacciones. Por lo general yo estoy cosiendo algo y claro, procede a dar las alarmas o advertencias de rigor:

  • ¡cuidado con la agua!
  • ¿tienes que coser a mano?
  • ¿no se puede coser con la máquina?
  • deberías vacunarte contra el tétanos, un día te vas a enfermar
  • ¿estarás cosiendo con cuidado, verdad?
  • no vayas a dejar la aguja en cualquier lugar, nos vamos a sentar y a punzar
  • ¡fíjate en lo que estás cosiendo!, ¿cómo se te ocurre voltearte?
  • No tengo ganas de ir a emergencias el día de hoy

Uno pensaría que coso con los ojos cerrados o que montada en un monociclo como uno de mis mejores actos de circo, pero lo cierto es que estoy sentada en mi silloncito, cosiendo uno a uno los puntos para que queden bien parejos, es verdad que a veces la aguja se me cae pero de eso a que se lleguen a sentar encima... También es cierto que cuando el me habla, por cortesía volteo a verlo sin soltar la aguja pero es solo por un segundo y sabiendo perfectamente en donde la tengo.

Si me toca manejar las tijeras:

  • Deberías tener unas tijeras que no sean tan filosas
  • Deberías tener tijeras sin punta
  • ¿Y si te cortas?
  • ¡Cuidado a donde apuntas con esa cosa!

Le comento que tijeras con punta roma no me servirían porque lo que necesito es poder cortar, no acariciar la tela o el papel, también le digo que tendré cuidado o que lo estoy teniendo y que ya al tener casi 40 años, me he debido ganar el derecho de usar tijeras de adulto, que la tijera no va a volar por los aires solita hacia sus ojos, que si él es torpe, no quiere decir que todos lo seamos y un largo etcétera.

Un tema a parte es como apenas se pone de pie, tiene que fijarse si el interruptor de la pistola de silicona caliente, está encendido, en ese momento se pueden suceder dos escenarios:

  1. Que la pistola esté apagada y fría como el clima serrano
    (¡Ah! felizmente, pensé que estaba prendida y no te dabas cuenta)
  2. Que la pistola esté encendida porque la estoy usando y está en mi mano
    (¡Cuidado!, ¡está encendida!)

Valorándome a mi misma, sé que también podría suponerse que sé utilizar el aparato ese, es verdad que dos veces me olvidé y la dejé encendida hasta volver del baño o de la cocina, pero no pasó nada, también es cierto que al utilizarla a veces me quemo un poco los dedos porque toqué sin querer la silicona derretida pero si sacamos porcentajes, veremos que mi nivel de responsabilidad es bastante aceptable.  Mientras tanto, seguimos con los flashazos informativos de si está o no encendido el interruptor.

Y yo sé que es por el tipo de relación que disfrutamos que me cuida de esa forma y de cierto modo me enternece y le agradezco, por el otro lado me parece sumamente gracioso y digno de contarse. Mención a parte merecen las ideas revolucionarias que le vienen a la cabeza cada cierto tiempo.

Hace unos días estuve creando unos pequeños protectores para codo y rodillas de un muñeco motociclista, luego de mucho batallar con ideas que terminaron en la basura, llegué a la definitiva. Armada con el cautín y derritiendo plástico para lograr una forma perfecta, estuve super concentrada cuando derrepente siento su presencia a mi lado para decirme que mejor sería que usara una botella de plástico que es más fácil de cortar y de manipular, que no habría tanto el peligro de que me rebane las muñecas y quede desangrada en medio de la oficina. Cortésmente le digo que no me serviría porque al ser una réplica, debe tener la solidez aparente del original, que no se vería bien, que el cliente justamente ha hecho énfasis en que... (aquí con su uniceja me está mirando para soltarme que nunca le hago caso a sus ideas).

Busco entre mis miles de cosas algo que me ayude a lograr un relieve adecuado, concentradísima y siento de nuevo su presencia.

  • ¿Qué buscas?
  • (aquí vamos de nuevo) algo con que lograr una forma (le muestro la forma) como esta
  • ¡Ya sé! porqué no esas esponja y la recortas y le dará perfecto (aquí obvia la explicación como si yo supiera lo que está en su cabeza y lo considera suficiente)
  • No... jeje... es que mira, la esponja no serviría porque...
  • ¡Nunca quieres aceptar mis ideas!
  • ¿Será porque yo soy la que hace el trabajo y tu no?, ¿Cómo voy a seguir tus ideas si no son mis ideas? y peor, ¡si sé que no van a funcionar!

Luego derivamos indefectiblemente a que acaso yo me meteré en sus formas de manejar los servidores, a que a ver probaremos mis ideas a partir de ahora, etc. Y así los días se suceden.

Recuerdo como hace mucho tiempo cuando comenzaba a independizarme en cuestión de tener mis propios dispositivos, y de pronto me doy cuenta un día que al elegir mi computadora, esta tenía que ser negra, sobria y con los gustos masculinos sospechosamente que no eran los míos. Igualmente el fondo de pantalla, los íconos... incluso la mochila y el mouse, ni hablar de mi celular, es decir sus cosas eran sus cosas y también las mías eran sus cosas.

Poco a poco conseguí mi independencia y mis cosas adquirieron mi personalidad, por ejemplo mi celular con carcasa y pompón de colita, pero no por eso mi esposo me deja de ver como niña <3

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